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“Monte”. Vendedor, corredor y locutor

 
Edgar Leonardo Silva Tafur
 
 
“El ciclismo de antes era diferente. Quizás no era mejor, pero era diferente. En esa época trasnochábamos mucho con Alfonso Flores Ortíz, Cristóbal Pérez, luego, Lucho Herrera, Fabio Parra, Pacho Rodríguez, Fabio Rodríguez (aunque no le gusta que le digan “beso lindo” porque tenía un problema) y Omar Hernández, “El Zorro” (hoy día es cristiano y le dijo a quienes le conocían que le quitaran esa chapa). Ellos se parecen con los que hoy día uno se ilusiona: Nairo Quintana, Rigoberto Urán y Superman López. Despiertan casi las mismas emociones, pero en épocas y tecnologías diferentes”
Aquel hombre echaba pata por algunos barrios como El Limonar y El Restrepo, ubicados en la ciudad de Ibagué. Mientras tanto, sostenía un canasto con cerca de 30 o 40 tamales. Como si fuera poco, pedaleó, reporteó e inclusive conoció a “El Caníbal”, también llamado “El Monstruo belga”, quien “simplemente” salió victorioso en 5 ocasiones, de la carrera ciclística más importante en el mundo, el Tour de Francia. ‘Monte’ es 100% ibaguereño, amante, seguidor y comentarista del ciclismo.
Actual director de la Cariñosa Ibagué. Emisora que desarrolla un contenido musical y noticioso, este último por medio del “Noticiero Alerta”, difundiendo noticias locales. Gracias al “caballito de acero” ha cubierto alrededor de 15 clásicos RCN, 7 Vueltas a Colombia, algunas Vueltas al Departamento del Tolima y el Campeonato Mundial de Ciclismo en Ruta de 1995 que tuvo lugar en Duitama, Boyacá del 4 al 8 de octubre, un cubrimiento que nunca olvidará.
  • “Un hombre grande, corpulento, con unas manos que ¡hijuepucha!”
Así describe el Director a Eddy Merckx, considerado el mejor ciclista de la historia. Una foto en el Patio de Banderas de Tunja es fiel testigo de ese momento, que cualquier conocedor del deporte, pagaría para vivir. Se preguntarán ahora, ¿qué le preguntó a Eddy?, aquí la respuesta que dejó un sin sabor indescriptible:
  • “No le hice ninguna nota por aquello del idioma”
Y es que aún se arrepiente:
  • “Uff hermano. A mí siempre me hubiera gustado aprender otro idioma, bien sea inglés o francés, pero por falta de tiempo o pereza no lo hice. Sin embargo, mi esposa todavía me dice que aún hay tiempo”
Su esposa es el vivo ejemplo de que los sueños no tienen edad. A los 51 años cursa octavo semestre de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad del Tolima. Durante 6 períodos de estudio ha sido becada. “La persona que se haga con ella tiene que aguantársela, como le digo yo: No, usted es muy cansona, mañana, tarde y noche es pegada estudiando. Quienes están con ella tienen que seguirle el ritmo o sino las abre del parche el siguiente semestre. Cuando se propone algo lo saca adelante. El día que empezó a estudiar creían que era una profesora, o una mamá que iba a llevar a su hijo a la Universidad. Hoy día, saben que es una estudiante más”.
En ella ha conocido la comunicación organizacional, productos multimedia e inclusive obras de teatro. “Como estudiantes de Comunicación ustedes tienen el conocimiento que les dan los profesores. Quienes fueron netamente empíricos tuvieron que crear su propia experiencia”. Tales vivencias se dieron en el terreno: las Vueltas y los Clásicos RCN.
  • “La primera Vuelta a la que fui me sudaban las manos desde que salí de mi casa. Me preguntaba cómo iba a desplazarme de ciudad en ciudad. Afortunadamente tenía amigos en el ciclismo y ellos me ayudaron a trastearme en los mismos carros de los equipos”.
“Monte” como le dice Nicolás Vásquez, locutor de Radio Uno, era un corredor de mitad de tabla para abajo. Corrió Vuelta al departamento del Tolima, Vuelta al Valle, Vuelta al Huila y competencias regionales. Mataba dos pájaros de un solo tiro. Al mismo tiempo que participaba, al finalizar cada etapa aprovechaba y entrevistaba a quienes le rodeaban en el pelotón. “Eso me sirvió muchísimo para saber qué es montar en bicicleta”, explica.
 
Cubrir aquella Vuelta como reportero fue todo un maratón para él. Debía buscar un teléfono y el lugar donde hacer el informe. Para eso, usaba una grabadora ‘grandecita’ que le habían comprado sus padres. Y así, con el pasar de los días, ‘el trajín’, le permitió entender cómo era la marea en la Vuelta a Colombia. Un evento de historias y anécdotas que vive un periodista, en este caso, uno ‘empírico’.
Para tal Vuelta (no recuerda la fecha), fue reportero de La Voz del Tolima. Empresa radial de carácter privado fundada el 15 de diciembre de 1954 en la ciudad de Ibagué, Tolima. En distintas competiciones de esta talla ha tenido sustos: cuando el carro pasó la curva muy rápido, la subida en la que pareció quedarse y el momento en que la moto se resbaló. ‘Sustos normales. Eso sí, todos los tienen”, dice. 
En medio de todas las anécdotas, existe una particular. “No recuerdo con qué corredor, le hice una nota muy buena pero cuando me acordé no había puesto a funcionar bien la grabadora, no le coloqué el REC y el PLAY, sino que accioné solamente el PLAY y como el casete era nuevo pues no se escuchaba nada. Esa sí me imagino que les pasará a muchos, o en esa época nos pasaba a muchos, por el susto, nerviosismo o el afán, pero quedan dentro del anecdotario del ciclismo” 
Bueno, y ahí ¿qué se hace?
  • No, ya donde voy a conseguir el “man”. Ya me tocó mirar por otro lado donde conseguía otro tipo de historias. Ya no, decir venga voy a hablar otros 10 o 15 minutos con usted que no grabé. No, no aguantaba. Tocaba pasarlo y no volver a cometer el mismo error.
¿Le ocurrió muchas veces?
  • No, sólo una vez. Ya de resto estaba más pendiente que ese “botón rojo” estuviera ¡hundido!
¿Recuerda en qué momento sucedió eso?
  • No, no recuerdo, pero sí la acción porque me hizo dar dolor de cabeza.
¿Le comentó a algún colega lo que le sucedió?
  • No. Eso es igual que hoy en día. Lo baten. Usted da papaya y lo levantan. No, no. Eso toca para uno mismo. Cuando llegué a la casa lo conté.
¿Qué le dijo su familia?
  • Lo que siempre le dicen los padres a uno, que le sirva de ejemplo, que pilas cuando vaya a hacer la entrevista, que esté pendiente a ver si el bendito botón lo tiene hundido, decía mi papá.
Con respecto a su padre menciona que era operario de máquina pesada que abría camino por el Tolima. Trabajaba con la Secretaría de Obras Públicas del Departamento. Casado con una ibaguereña a quien ayudaba a preparar tamales los viernes en la noche en compañía de sus tres hijos. “¡Me siento orgulloso de decir que soy tamalero! Mi padre con el esfuerzo, el sudor de la frente, las manos llenas de arrugas, callos y junto a mi madre, complementaron nuestro estudio y las necesidades que requeríamos nosotros, como sardinos”.
Desde joven, ‘Monte’, tenía que enfrentar el mundo. A los 5 años transitaba por las calles polvorientas del Barrio Ricaurte, ubicado al sur de la ciudad, vendiendo las tradicionales panelitas y chuculas. Mientras esto sucedía, sus hermanas que le llevan tres años empezaban con los tamales. “Ya cuando fuimos más ‘volantones’, como decían en aquella época (12, 14 ,15 años), teníamos que echarnos el canasto al hombro ,no solamente para vender lo que se nos quedaba sino para cumplir la cuota, por así decirlo y comprar nuevamente el material para los otros tamales”.
¿Cuáles eran sus clientes?
  • Varios clientes de restaurantes. Mi madre era una mujer que se destacaba por hacer tamales muy ricos. Era muy reconocida hace 35 o 40 años atrás. Pero, ¡Oh desilusión cuando nos mamábamos de decir ¡tamales!, ¡tamales!, y no salían al balcón! Ya sabíamos que eran 5 o 6 tamales menos y eran unas cuadras más por caminar para venderlos.
¿Aún habla con ellos?
  • Sí claro. Ya dejaron los restaurantes y se dedicaron a otras labores. Algunas veces los encuentro por el camino mientras monto en bicicleta.
Y fue la bicicleta la que lo llevó bien alto. Pero antes de conocerla estudió la primaria en el Colegio Ricaurte, segundo en el Barrio Gaitán y terminó en el Colegio Santofimio. “Siempre en Instituciones Públicas”. 
¿Y era buen estudiante?
  • Agg, casi no. Le tiraba era al 3 para salvarme y listo.
Independientemente de ello, se gradúo el 8 de diciembre, y al día siguiente se encontraba en Bogotá, junto a su padre, presentando los exámenes pertinentes para entrar a la carrera de Ingeniería Mecánica en la Universidad Antonio Nariño. El examen académico lo superó sin mayores problemas al igual que la entrevista, sin embargo, el costo del semestre, la estadía y la alimentación “fueron la piedra en el zapato que no me permitió cumplir el sueño de estudiar ingeniería mecánica. Afortunadamente mi ‘Plan B’ era la locución”
Dado que para 1978 no existían programas de Comunicación Social y Periodismo en la ciudad, estudió locución en el Centro Superior de Telecomunicaciones (CST), instituto que tiene como objetivo la formación de técnicos en telecomunicaciones. No obstante, el empeño y las ganas que demostraba, hicieron que sus maestros lo ingresaran en los medios de comunicación.
  • “El profesor Alfredo Matíz Villalobos era narrador de Colmundo Radio que hoy día es grupo Radial Colombiano. Tenía un programa deportivo donde empecé a presentar las notas que realizaba. Por ejemplo, participaba en una carrera y así quedara último hacía la nota sobre la misma, y la pasaba al programa. En Colmundo fue un paso de un año, haciendo solo informes comilla, gratis, sin que me dieran algún tipo de dinero, y ¿por qué le digo comillas?, porque el gran pago fue la experiencia”.
El estudio, la cicla y el trabajo iban de la mano. “Estudiaba de noche, montaba bicicleta en la mañana y trabajaba en la tarde, ¿dónde? en un almacén de bicicletas. Sabía cómo era desbaratar una bicicleta en esa época. No me quedé solamente en montar bicicleta y en la tarde rascarme las orejas, ¡no!, tenía que ayudarle a mis padres, porque ya estábamos grandecitos y todos debíamos ayudarnos” En un principio sus padres se preocuparon cuando decidió montar en bicicleta pues pensaron que dejaría el estudio a un lado, cosa que nunca sucedió.
Trabajó en el Almacén Bicicrédito, ubicado en la carrera Quinta con 31. Allí desarmaba, engrasaba y reparaba las bicicletas que lo requirieran. Quienes trabajaban, recomendaban a todos aquellos jóvenes que montaban bicicleta y que necesitaran dinero. Por aquel lugar algunas personas entraban y salían rápido ya que se pegaban de valines, medias, guantes y potes de grasa. “Yo nunca supe qué era llevarme una guaya, que es la que sirve para los frenos o unos cauchos. Y eso me sirvió como ejemplo de vida, porque cuando yo renuncié, fui a trabajar medio tiempo a La Voz del Tolima. Trabajaba de noche, 4 horas, sin estar afiliado aún en el seguro, cuando oh sorpresa después de 6 meses, nombran de Gerente a quien era propietario de Bicicrédito, Mario Gómez Caballero. Él ya me conocía, y la primera gestión que hizo fue sacarme del turno de la noche, vincularme al seguro y pagarme el sueldo completo. Porque nunca fui deshonesto. Se imagina usted, lo que habría sucedido si hubiera hurtado algo… pues me sacan”.
“Ahí es donde yo les digo, pilas con lo que hacen, porque el mundo da muchas vueltas. El mundo es como el ascensor, a quien usted se lo encuentra subiendo se lo puede encontrar bajando”
En la Voz del Tolima trabajó de 1986 a 1997. Vendía los informes de ciclismo y eso le valió para que RCN se fijara en él. “A mí también me gustaba mucho el manejo de los equipos, porque a quien hoy en día salga y diga, no, es que yo no me voy a untar las uñas, está mal. Aquí, en RCN, todos hacemos consola, levantamos cables, las niñas de las emisoras tienen que saber qué es echarse un dummy al hombro. No hay que creer que la radio es sólo venir a hablar por un micrófono”
Hoy día se levanta a las 4:00 am, llega a la empresa a las 5:30 y continúa de largo hasta las 4:00 pm si nada extraordinario ocurre. Cuando “todo acaba” se dirige a su casa, descansa un rato, pero está pendiente de la emisora en caso de que se presente alguna dificultad. Finalmente se acuesta y se prepara para el “trajín diario”.
“Es una excelente persona. Carismático, ordenado, correcto, camellador, extrovertido y profesional, ante todo”. Afirma Nicolás Vásquez, quien se encuentra en el máster de la emisora Radio Uno, ubicada diagonal al lugar de trabajo de ‘Monte’.
Álvaro Ariza, “El Profe”, referente del periodismo deportivo en la Ciudad, le conoció cuando era ciclista aficionado. Acompañó como comentarista la narración que hizo “Monte” de un partido de fútbol en la tierra paisa, Medellín, según él, “sin mucha experiencia”. “Él es un hombre obediente, buen trabajador y con buena voz”, finaliza.
Si aún no sabe quién es él, con esta pista usted y los ibaguereños, lo conocerán. Desarrolla en las tardes el programa “Los Adoloridos”.  
  • “A ver, aquí qué más me dicen. Me envían una fotografía, no, varias fotografías ¡Hola!. Buenas tardes un abrazo grandote para nuestro oyente. Un saludo desde Gualanday, me dicen que están escuchando La Cariñosa. Me llamo Luis Fernando, tengo 1,66 de estatura y ojos negros. Hermano cuénteme ya sé que se llama Luis, que tiene 50 años, mide 1,66 y tiene ojos negros. Pero usted qué, ¿es blanco? ¿mono? ¿moreno? ¿trigueño?, ¿es viudo? ¿separado? ¿soltero? Quiere conocer amigas de qué edades. ¿Qué hace mijo? ¡Hágale, hágale que yo lo espero! 
Esto se escucha en la cabina de La Cariñosa. La voz de una persona con tez blanca, pelo negro, afeitado, gafas y a primera vista, serio, pero al mismo tiempo ese hombre extrovertido y jocoso que se haya detrás del micrófono.
Ahora, ¿qué se escuchará de Montegranario Sierra en su hogar?
En un cuarto piso, sentada sobre un sofá, está Sonia Molina. Mujer de piel morena, cabello crespo, blusa blanca y pantalón negro, quien habla acerca del hombre al que conquistó y con quien lleva 30 años. A el amante del ciclismo lo conoció en 1980, cuando empezó a estudiar el bachillerato. Se separaron luego del bachillerato, pero en junio de 1989, ella regresó a Ibagué. Durante ese tiempo él estaba comprometido con una muchacha, sin embargo, la relación estaba mal. Sonia y el ‘flaco’, como lo llama, empezaron a salir y las cosas funcionaron. 
  • Yo lo conquisté y no me da pena decirlo, ni mucho menos. Sabía que él era ajeno, pero algún día se lo expresé. Fue un 29 de agosto. Le dije: Me estoy enamorando de ti’. 
  • ‘No soy hombre de dos mujeres’, respondió él.
  • Listo, vale, lo único que quiero pedirte es que no vaya a terminar nuestra amistad. Dijo ella.
El 14 de octubre inició el noviazgo, eso sí, antes, Montegranario dio fin a su pasada relación. Luego de tres años se fueron a vivir juntos. De esa unión fueron fruto, Adrián Sierra y 5 años después, Camilo Sierra. 
En el Colegio, Montegranario era una persona tímida, callada, caballeroso, respetuoso de las mujeres, y eso le encantaba a Sonia. Y continúa siendo respetuoso… 
“Tú lo vez y aparentemente es serio. Pero es una persona linda. Cuando lo tratan, se dan cuenta que es una cosa en el trabajo y otra en su vida íntima. Él no es de irse a callejear o irse con amigos, ni de estar en reuniones sociales. Disfruta de estar con los hijos y conmigo. Es más de irnos a tomar algo los 4 o los dos solitos”
Sonia recuerda las fechas mejor que él. ‘El flaco’, sólo se acuerda del cumpleaños de los hijos y pare de contar. De hecho, sus dos hijos nacieron sin que él estuviera presente. Cuando el hijo mayor iba a nacer, tuvo que viajar a Cali, para cubrir un encuentro entre el Deportivo Cali y el Deportes Tolima. Llevó a su esposa a la Clínica y se fue. Con el otro niño pasó lo contrario. Sonia viajó a Cali y su esposo, se quedó trabajando en Ibagué. 
“A mí me parecen fechas tristes, pero él es un padre que ha estado en todo momento con sus hijos”, dice Sonia.
Hace 8 o 9 años cuando ‘Monte’ le contó que se iba para el Clásico RCN, dentro del grupo de logística, Sonia se angustió porque conocía a las velocidades en que ellos andan. Pero también sabía que eso lo hace feliz.
  • ¿Qué hace usted cuando él cubre los Clásicos RCN?
  • “Realmente me pongo muy nerviosa. Él tiene algo y te lo voy a confesar. Cada que le toca irse para un evento me dice: ‘Mi negrita, yo no tengo deudas por fuera de ninguna índole, no tengo hijos con ninguna otra mujer. Están solo ustedes tres’. Porque él piensa que puede haber accidentes. ‘Cualquier cosa, luche por la pensión’. Eso me da mucha angustia. Lo extraño mucho. Ahora que recién pasó el clásico, yo no me hallo. Cuando él está es mi complemento. Yo le digo mi flaco, aunque este robusto”
En el colegio competía cada vez que se desarrollaban los Intercolegiados. Ahora, por el trabajo no tiene tiempo para montar por fuera. Sin embargo, en su casa, tiene un rodillo con el que hace ejercicio.  A pesar de los tres accidentes que sufrió, aún sigue viva la pasión. El primero sucedió cuando estaba joven, fue grave. Los últimas dos, dejaron como saldo, fractura de clavícula. Arafelain Quiñonez era quien lo acompañaba a montar bicicleta, pero murió en el 2005. Era su mejor amigo. ‘Monte’, como dice él, es de pocos amigos.
“Yo soy al contrario de él, más amiguera, entradora y social. De hecho, cuando hacemos reuniones de amigos o de compañeros de colegio (las también llamadas ‘integraciones’), las hacemos acá. Él sale un rato, está con nosotros y al momento se desaparece, se va a acostar. Él lo hace porque estoy yo. Pero ahí va”, afirma Sonia.
¿Ha cambiado?
  • “Le ha tocado cambiar debido a la profesión. Por ejemplo, si alguna vez has escuchado un programa de los Adoloridos en la Cariñosa, te imaginas que es un señor recocherísimo. Él es muy divertido al aire, pero en su vida cotidiana es serio. Tiene sus momentos de chispa. Cuando era más joven era más jovial, digámoslo de alguna manera. Él viene siendo muy aplacado y serio no sé si sea por la responsabilidad que tiene en su trabajo. Tiene la suerte de que lo quieren mucho. Sobre todo, las mujeres. Las mujeres son especiales con él. Se hace querer muy fácil”
Sonia libró una lucha para convencer a Montegranario de uno de sus sueños: estudiar Comunicación Social y Periodismo (los otros son: aprender a bailar tango y salsa). Mientras vivían juntos le dijo:
  • Amor, yo quiero estudiar Comunicación Social 
  • No, usted es una persona muy sensible, infortunadamente en esa carrera hay mucha envidia e intrigas y no quiero que la hieran, dijo él.
  • Pero es lo que yo quiero,
  • Dijo no, de nuevo
“Te confieso que me dijo algo así como: ‘El hogar o el estudio’. Y yo tristemente me dejé como amedrentar. Cuando establecieron Comunicación Social en la Universidad del Tolima, la hermana de él me llama, ‘Negrita’, pusieron Comunicación Social, y me animó.”.
Pasaron 5 años y el día menos pensado habló con sus hijos y les comentó su idea. Antes, compró el PIN que permite la matrícula al Programa Académico. Cuando ‘el flaco’ llegó de trabajar le dijo: 
-Amor, siéntese que quiero hablar con usted. (Se puso como preocupado). He tomado una decisión. Voy a estudiar Comunicación Social y antes que me dijera nada, le dije: Y si usted me pone a escoger entre el estudio y el hogar voy a coger el estudio. Usted verá si eso es un aval para separarnos, aunque yo no creería.  
-Ah carajo, ya está muy decidida.
- Sí, esa es mi decisión. 
“A partir de ese momento ha sido un apoyo incondicional”, dice Sonia. 
Adrián Sierra, hijo mayor de Montegranario está terminando sus estudios de Medicina y Zootecnia en la Universidad del Tolima. Cabello negro, un poco de barba, sentado en medio de una sala decorada con tres cuadros que tiene un mismo tema, la naturaleza. Aquel hombre de 25 años afirma: “Soy muy apegado a él. Aunque a veces es muy regañón y muy bravo”
¿Cómo así?
“Él es muy serio y le gusta que todo se haga inmediato. Uno como joven es muy descuidado. Con él casi no hay nada chistoso. En uno de los viajes que hicimos a la Costa nos accidentamos en una moto acuática. Fue un susto grande para mi madre y hermano. Nadamos un poco de tiempo hasta llegar a la playa. Creo que ese accidente nos unió un poco más porque yo era bastante alejado a mi papá. Casi no era tan apegado a él. Pero en ese momento que nos vimos ahogados, nos unimos más”
Padre e hijo tienen una afición en común: el ciclismo. Adrián lo escuchaba cuando recién empezó con el Clásico RCN. Si era televisado, lo veían. Además, ha traído caramañolas y vasos de las carreras. Le han traído recuerdos de Europa, del Tour de Francia. “Todos los regalitos que le traen a él, me gustan” En el tiempo que Montegranario monta en el apartamento, observa etapas de cuando corría Bernard Hinault y Lance Armsntong: los ‘grandes’.
Para Adrián, igual que a su madre, la responsabilidad con la familia y con el trabajo, define a su padre. “Él no come si nosotros no comemos. Cuando va a comprar ropa, prefiere comprarnos primero a nosotros 3 y por último él”
Ya se habrán podido dar una idea de Montegranario Sierra Conde, un hombre que nació en 1954 y para 1969 empezó a afinar la voz anunciando: ¡tamales!, ¡tamales!, sin querer queriendo. “Porque no me pasaba por la cabeza que me iba a ganar la vida con la lengua”

 

 

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