La tragedia de los hinchas
Por: Nicolás Amado y Margarita Bohórquez
CAPITULO 1:
Los Sobrevivientes
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Marcos Gómez, periodista de La Voz del Tolima, salía de los camerinos del Deportivo Cali, se dirigía a los del Kokorico Tolima cuando escuchó un sonido similar a un volador cuando sale disparado, luego vio una polvareda y escuchó a la gente gritar. Soltó el micrófono sobre la gramilla, después de eso recuerda que a pesar del bullicio solo escuchaba sus propios gritos.
-¡Juan! ¡mi hermano! ¡mi hermano!
Esa noche, 18 de noviembre de 1981, Juan Gómez, Juan Pablo Ramírez y Manuel Romero acompañaban al periodista desde la tribuna occidental, la cual fue remodelada en 1970 con motivo de los Juegos Nacionales. En aquella remodelación se añadió a la estructura original del estadio, un balcón para que los espectadores disfrutaran de los eventos deportivos desde lo alto, desde donde el grupo de amigos disfrutaba de los instantes previos al juego.
La noche transcurría sin problemas, todo se disponía para el partido entre el Deportivo Cali y Kokorico Tolima, se disputarían la clasificación al cuadrangular B de la fase final del fútbol colombiano. Los periodistas entrevistaban a los jugadores, los vendedores de helados alistaban su mercancía y los hinchas charlaban y especulaban sobre el resultado final. Sin imaginarse jamás que esa noche nadie vería el partido.
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Álvaro Ariza llegó a su casa a las 10 de la noche, en estado de shock. Se alistó para irse a dormir pensando en los terribles sucesos que había vivido, finalmente se quedó dormido con el pensamiento de que 2 horas antes, estuvo a punto de perder la vida.
Al levantarse la mañana del 19 de noviembre de 1981 la radio transmitía el balance completo de los hechos: la caída del balcón de la tribuna occidental dejó un saldo de 17 muertos y 30 heridos. Cuando Ariza escuchó el informe recordó una frase que escuchó a uno de los asistentes y ahora sobrevivientes de la noche anterior: “es difícil hablar cuando el alma solo quiere llorar”.
Ariza conoció al fin la magnitud de la tragedia, los cálculos de 2 a 3 muertos que hizo durante la noche fallaron. Sin embargo, recibió la noticia con resignación, como aquel que desde hace tiempo esperaba que llegara, porque de hecho 3 meses antes una de las vigas de concreto de la tribuna occidental cayó, aquella vez sin dejar víctimas mortales o heridos.
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El estadio Manuel Murillo Toro fue construido en 1955, en un tiempo record de 55 días; por mandato de Gustavo Rojas Pinilla, el entonces presidente de la nación. La obra fue apodada el Coloso de la 37, tenía la capacidad para 3 mil personas, no poseía la malla protectora para aficionados y fue uno de los primeros en tener túneles que conectaron directamente con la cancha. Desde entonces el estadio ha sufrido múltiples remodelaciones.
La primera se dio por motivo de los Juegos Nacionales, en 1970. Se añadió a la infraestructura original un balcón que le permitiría a los espectadores disfrutar del deporte desde lo más alto. Además, la capacidad aumentó y la estructura del sitio fue reforzada.
Sin embargo, tres meses antes de los sucesos ocurridos la noche del 18 de noviembre de 1981, mientras una muchacha limpiaba la tribuna en horarios de la mañana, una parte de la baranda de la tribuna occidental cayó, la muchacha se encontraba a escasos metros, pero salió ilesa, sin embargo el golpe debilitó la estructura, y después de la inspección se determinó que no había riesgos de colapso y que el estadio debía seguir con sus actividades.
CAPITULO 2:
La Tragedia
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El golpe fue total. Marcos Gómez pensó que su hermano estaba entre los escombros que se veían desde la gramilla, no dejó de gritar su nombre hasta que en medio del frenesí de las personas lo encontró sano y salvo, él también estaba llamándolo, era lógico ambos planeaban reunirse en el lugar donde ahora solo había escombros, heridos y cadáveres.
Cuando las miradas de los hermanos se encontraron, y notaron que se encontraban en perfectas condiciones, fue que Marcos recordó que minutos antes tenía la responsabilidad de transmitir el partido. De inmediato, corrió hacia el micrófono, lo tomo y miró hacia la cabina, donde la señal era clara; tenía que empezar a trasmitir, pero antes de poder decir una palabra, lo vio. Manuel Romero era una de las víctimas que la baranda se llevó aquella noche.
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De pie al frente de la radio, Ariza agradeció una vez más estar entre las cifras de sobrevivientes, aunque una huella imborrable dejarían en él las imágenes de los cuerpos trenzados entre fragmentos de concreto, los gritos, la nube de polvo y el sonido ensordecedor de las sirenas de las ambulancias.
Ariza llegó al estadio a las 6 de la tarde, desde esa hora se sentía la emoción y la tensión puesto que los hinchas de ambos equipos sabían que el ganador pasaría al cuadrangular final y disputaría el título de Campeón del Fútbol Colombiano contra el Atlético Nacional.
Ariza se encargaba de entrevistar a los jugadores del Deportivo Cali, en su camerino. Terminó su labor y se sentó a disfrutar de los minutos previos al inicio del juego. Sin embargo, desde cabina le notificaron un problema técnico relacionado al cableado de la emisora. Se levantó y se dirigió allí, unos metros arriba, a la tribuna de prensa.
Durante el trayecto se encontró con Gustavo Rojas Rueda periodista recién llegado de Bogotá, el dirigente Adriano Piedrahita, y el arquero del Kokorico Tolima Hernán Torres. Allí Álvaro Ariza conversó con los 3 hombres, entre chistes, anécdotas, y risas escucharon un sonido estrepitoso y similar a un zumbido. Con sorpresa vieron que el balcón de 50 toneladas había caído sobre los hinchas vinotintos, justo en la sección donde Ariza estaba minutos antes.
CAPÍTULO 3:
Las Victimas
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Marcos Gómez reconoció el brazo y parte del rostro de Manuel Romero, aun cuando este se encontraba bañado en sangre. Con el fragmento de tribuna que cayó lo hicieron también aquellos hinchas que se asomaron al balcón para ver a los jugadores del Deportivo Cali y el Kokorico Tolima que estaban saliendo de los camerinos.
Debajo de una de las piezas de cemento en las que se dividió la estructura al caer reposaba el cuerpo de Manuel Romero. De pie, justo al lado estaba Marcos Gómez, intentando explicarse lo que sucedió y esperando a que desde la cabina le dieran paso para empezar a contarle a la ciudad el hecho.
Acercó el micrófono a sus labios y dijo: “es difícil hablar cuando el alma sólo quiere llorar”. Luego, intentó acercarse a Romero pero la policía le impidió el paso. Sin embargo, tenía al frente una noticia, y aunque no fue la que imaginó transmitir la labor periodística debía continuar.
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Álvaro Ariza se acercó lentamente al lugar. Observó entonces a un hombre hincha del Tolima, mirando hacia los escombros, llorando y gritando por la muerte de su hijo. El balcón cayó sobre el niño y lo aplastó por completo, en su memoria el padre decidió alejarse del mundo del fútbol para siempre.
Con todo eso encima, escuchó a Gabriel Camargo decir: “hagamos el levantamiento del muerto y juguemos el partido”. Un error tremendo porque el balcón que cayó esa noche cobró la vida de 19 personas. Entre ellas:
- Manuel Romero
- Luz Ángela Guzmán
- Hermes Castro
-Néstor Botero
-Olga Lucía Mahecha
-Jaime Pico
-Ricardo Valle
-Nidia Vélez
- Ovidio Bonilla
-Sigifredo Farfán
-José Octavio Soto
-José Botero
-Jesús Rozo
-Enrique Navarro
-Hugo Navarro
-Pablo Arteaga
Además, la tragedia dejó un saldo de 50 heridos. Por fortuna el hospital Federico Lleras está ubicado en cercanías al estadio, de no ser así la historia habría sido diferente.
CAPITULO 4:
El Milagro
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Una vez terminó la transmisión para La Voz del Tolima, Marcos se reunió finalmente con su hermano Juan. Extrañado y aliviado le preguntó lo que él mientras trabajaba no alcanzó a ver: cómo se había salvado.
Juan contestó: “por unas paletas”.
Si, Juan se salvó gracias a un vendedor de paletas. El señor vendía su mercancía unos escalones más arriba, y no atendió el llamado que le hizo Juan cuando se antojó de comprar una. Es así como aplicando el refrán “si Mahoma no va a la montaña, la montaña viene a Mahoma”, Juan Gómez y Juan Pablo se levantaron de sus asientos y caminaron hacia el hombre de las paletas. Compraron 3 paletas, incluyendo la de Manuel Romero, no obstante, cuando voltearon Manuel no estaba y tampoco el balcón de la tribuna.
Este milagro tuvo la trascendencia necesaria para que al odontólogo Juan Pablo Ramírez se le conozca desde entonces como el Doctor Paletas. Y es que de no ser por el vendedor Juan Gómez y Juan Pablo Ramírez no podrían contar la historia o visitarlo incluso 37 años después de la tragedia.
CAPITULO 5:
El Olvido
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Al día siguiente de la tragedia se anunció que el partido Kokorico Tolima-Deportivo Cali se jugaría el 25 de noviembre en el estadio El Campin de Bogotá. El resultado de aquel encuentro le daría al departamento una dosis de felicidad pero también una de olvido. Kokorico Tolima, clasificó a la final del campeonato del fútbol colombiano, tras vencer al Deportivo Cali 1-0, con un gol de Víctor Hugo del Rio.
Pero Kokorico Tolima no ganó la final del campeonato, ocupó el puesto de subcampeón, ese año el subtítulo fue una razón para revivir el orgullo y la alegría de la hinchada tolimense. Cosa que se repitió en 1982 y que en años más tarde sería recordado como la época dorada del Deportes Tolima.
Sin embargo, el quedar como subcampeón dos veces seguidas, llevó a que la tragedia se perdiera en la memoria de los hinchas. Porque de haber sido el ganador el premio estaría dedicado a las víctimas. En 1983 se hizo una placa conmemorativa a los fallecidos y heridos: “En memoria de los “hinchas” caídos en la noche nefanda del 18 de noviembre de 1981”.
Esta placa fue ubicada en la tribuna occidental por ser lugar de los hechos. No obstante, fue trasladada a un sector cercano a la entrada y la cafetería del estadio, con ello la memoria del hecho, quedó debajo de vigas, columnas, ladrillos y cemento, así como las víctimas que esta conmemora.